2019/04/17

LA RANITA SORDA

La ranita sorda

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo.

Todas las demás ranas se unieron alrededor del hoyo. Cuando vieron cuán hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas que se encontraban en el fondo que, para efectos prácticos, se debían dar por muertas.

Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras ranas seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles. Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió, se desplomó y murió. La otra ranita continuó saltando tan fuerte como le era posible.

Una vez más, la multitud de ranas le gritó que dejara de sufrir y simplemente se dispusiera a morir. Pero la ranita saltó cada vez con más fuerza hasta que finalmente salió del hoyo. Cuando salió, las otras ranas le preguntaron: ¿No escuchaste lo que te decíamos?  La rana les explicó que era sorda. Ella pensó que las demás la estaban animando a esforzarse para salir del hoyo. 

"Lo mismo pasa con la lengua; es una parte muy pequeña del cuerpo, pero es capaz de grandes cosas. ¡Qué bosque tan grande puede quemarse por causa de un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego. Es un mundo de maldad puesto en nuestro cuerpo, que contamina a toda la persona. Está encendida por el infierno mismo, y a su vez hace arder todo el curso de la vida"  (Santiago 3: 5-6).

Desde la misma palabra de Dios podemos entender, cuánto daño podemos hacer con las palabras: mentiras, calumnias, ofensas, maltrato, contaminación, incluso llevar a otro hasta la muerte por palabras hirientes y por no frenar la lengua a tiempo. 

"Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis" (1 Tesalonicenses 5: 11)  

Clara es la palabra de Dios cuando nos invita a animarnos, edificarnos y amarnos los unos a los otros. Hagamos compromiso cada día de honrar a Dios, a la familia, al amigo, al hermano, a todos, con una palabra de bendición.

Nunca olvidemos que "La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos" (Proverbios 18: 21).

Pidamos cada día al Señor que guarde nuestra forma de hablar cada día.  "Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios" (Salmos 141: 3).




No hay comentarios:

Publicar un comentario