EL NARANJO Y EL NIÑO
Para
elevar su cometa
corría
por la pradera
Julián
un niño malcriado
que
no asistía a la escuela
Sediento
de corretear
entró
a un naranjal ajeno
a
coger jugosas frutas
sin
permiso de su dueño
Al
trepar a un naranjo,
el
pequeño ladronzuelo
se
pinchó con una espina
y
dijo saltando al suelo
“Por no brindarme tus frutos
y clavarme tus espinas,
debiera prenderte fuego
rociarte gasolina”
El
árbol le contestó
“¡Altanero y holgazán!
sin sacrificio ninguno
¿Te quieres ganar el pan?
Por un noble campesino
hace tiempo fui sembrado
y madrugaba a regarme
hasta verme germinado
Me cuidó con tal esmero,
que soy fuerte y productivo
y hoy mis frutos yo le doy
porque estoy agradecido.
Pero tú, ¿Cómo pretendes
mis naranjas saborear
si jamás te has esforzado
nada puedes esperar.
¡Vuelve a estudiar negligente!,
que aquel que quiere triunfar
para conseguir el fruto
se ha de sacrificar”.
el
niño le respondió:
“Perdón, ya he comprendido,
que si mi piel has punzado
¡Lo tengo bien merecido!
voy a volver a la escuela
seré un niño aplicado
y vendré a darte las gracias
cuando me haya graduado”.
Enseñanza:
No esperes
recompensa si no te has esforzado, pues siempre has de cosechar lo que tú hayas
sembrado.
Lucha
por tu ideal y cuando hayas triunfado, no olvides agradecer a los que te han
ayudado. (Esta fábula y enseñanza, fue
tomada de una fotocopia que me encontré, no tenía autor y no le he podido
encontrar por Internet)
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