2018/05/02

ASAMBLEA EN LA CARPINTERÍA


ASAMBLEA EN LA CARPINTERÍA

Hubo en la carpintería una extraña asamblea, las herramientas se reunieron para arreglar sus diferencias. El martillo fue el primero en ejercer la presidencia, pero la asamblea le notificó que debía renunciar. ¿La causa? Hacía demasiado ruido, y se pasaba el tiempo golpeando.

El martillo reconoció su culpa, pero pidió que fuera expulsado el tornillo: había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.  

El tornillo aceptó su retiro, pero a su vez pidió la expulsión de la lija: era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.

La lija estuvo de acuerdo, con la condición de que fuera expulsado el metro, pues se la pasaba midiendo a los demás, como si él fuera perfecto.

En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo, utilizando alternativamente el martillo, la lija, el metro y el tornillo.

Al final, el trozo de madera se había convertido en un lindo mueble.

Cuando la carpintería quedó sola otra vez, la asamblea reanudó la deliberación. Dijo el serrucho:  "Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestras flaquezas, y concentrémonos en nuestras virtudes". La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba solidez, la lija limaba asperezas y el metro era preciso y exacto.  Se sintieron como un equipo capaz de producir hermosos muebles, y sus diferencias pasaron a segundo plano.

Moraleja:  cuando los integrantes de un equipo de trabajo solo buscan los defectos en los demás, es muy difícil sacar adelante cualquier proyecto. Si, por el contrario, se buscan sus habilidades y dones en el otro, se darán los mejores frutos.  

Es fácil encontrar defectos en las demás personas, pero percibir sus cualidades es una labor de espíritus grandes que permiten reconocer el éxito en el otro y trabajar en comunión. 

Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor remuneración por su trabajo. Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero; pero ¡ay del que cae cuando no hay otro que lo levante!



Lectura tomada del libro: La culpa es de la vaca (Jaime Lopera Gutiérrez y Marta Inés Bernal Trujillo, no dan autoría a la reflexión). 


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