eres de Dios una fiel misionera.
Con tu paciencia y dulce sonrisa
sabes dar la atención que el paciente precisa.
En tiempos de guerra no existe para tí enemigo
y haces de tu corazón, un refugio de paz.
Cuidas nuestra vida mientras tu cuerpo se desvela,
simbolizando así la protección que se anhela.
Se manifiesta en tí, la misericordia del Señor,
saciando en los afligidos toda sed de amor.
Es tu presencia en el mundo fragante olor
que busca dar alivio al enfermo en su dolor.
Un tierno y extraño lenguaje parece brotar de tus manos,
siendo bálsamo al espíritu, si de la vida nos vamos.
Enfermera, eres hermana, eres madre y amiga.
¡Eres el ángel de la dulce compañía!
Mauricio Carrillo
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